La adolescencia es una etapa de transformación que abarca desde la pubertad hasta la adultez y está marcada por cambios físicos, psicológicos, emocionales y sociales. En esta etapa, los jóvenes comienzan a abandonar comportamientos infantiles mientras construyen su identidad y buscan mayor independencia. 

Sin embargo, aunque expresen seguridad y deseo por autonomía, la adolescencia es el momento en el que más necesitan nuestra presencia, guía y apoyo. A menudo, su comportamiento es un llamado silencioso para que establezcamos límites claros y les brindemos dirección en un mundo donde la inmediatez, las redes sociales y una cultura que prioriza el placer sobre el esfuerzo pueden llevarlos a evitar la espera y la dificultad, buscando resultados rápidos sin asumir procesos. 

Como padres, nuestra labor no es solo observar y supervisar, sino involucrarnos activamente en sus vidas. Es fundamental conocer a sus amigos, escuchar de qué hablan, comprender sus intereses, preocupaciones y logros. También debemos fomentar su participación en actividades que promuevan valores, como la música, el deporte o grupos de crecimiento en su iglesia local. Además, debemos estar preparados para dar respuesta a sus preguntas con sabiduría y amor, ya que nuestras palabras pueden fortalecer o debilitar su autoestima y seguridad. Aunque busquen fortalecer vínculos fuera del hogar, la familia sigue siendo su principal punto de referencia. 

Padres, es momento de reflexionar y preguntarnos: ¿Qué hemos hecho? ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué nos falta por hacer? La Palabra de Dios nos exhorta a no cansarnos de hacer el bien (Gálatas 6:9). Como padres, debemos velar por nuestros hijos y asegurarnos de que su hogar sea su lugar de orientación, seguridad y alegría.

¡Mantén tu mirada en tu adolescente y camina a su lado en esta etapa de su vida!

 

Escrito por el Departamento de Psicología MI-EL Christian School.