Por: Rossy Báez | Directora Académica
[English version below]
“Gracias”. Esta es una palabra común en nuestro vocabulario. Sin embargo, creo que el uso que le hemos dado como una palabra de cortesía ha menospreciado su verdadero significado. “Gracias” es una de las maneras que me despido en un correo, es lo que debo decir cuando alguien me abre la puerta o me levanta algo del piso que había dejado caer. Sin embargo, decir “gracias” no siempre equivale a tener una actitud de agradecimiento en nuestros corazones.
El pastor John Piper una vez dijo que “el agradecimiento genuino es un acto que emana de los afectos del corazón, no un acto de los músculos labiales. No es algo demandado, sino que es despertado dentro de nosotros. No es una decisión de la voluntad, sino un reflejo del corazón”. La verdadera gratitud, entonces, surge de un corazón humilde que es capaz de reconocer la generosidad de un Dios bondadoso hacia una persona indigna.
La gratitud es primero un acto interno que se manifiesta de manera externa en gloria y alabanzas al Dador. Cuando experimentamos su gracia a través de una persona o de una experiencia, ya sea de dolor o placer, no nos queda otra cosa qué decir más que “¡Gracias Señor!”. A esto se refería David cuando escribió inspirado por el Espíritu Santo: “Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres” (Sal 107:8). De hecho, dar gracias, nos dice Pablo, es la voluntad de Dios para nosotros (1 Ts 5:18) y trae honra al nombre de Dios: “El que ofrece sacrificio de acción de gracias me honra” (Sal 50:23).
¿Cómo está tu corazón hoy? ¿Se ha percatado tu corazón de la infinita gracia que el Señor ha tenido contigo? ¿Has podido darte cuenta de sus bondades y misericordia? Solo con el regalo de la salvación, tenemos suficientes razones para estar agradecidos con el Señor por rescatarnos, en Cristo, de una eternidad de condenación y ser herederos de mejores promesas. Además de este precioso regalo, cada día, en los pequeños detalles, Dios muestra su amor para con nosotros, orquestando aquello que sabe es de beneficio para nuestras almas y para completar esa buena obra que Él empezó en nosotros (Fil 1:6). Que los ojos de tu corazón hoy puedan ser abiertos a las bondades de Dios, que puedas experimentar su gracia, amor y misericordia de una manera palpable, para que de tu corazón pueda fluir una dulce alabanza al Señor “dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre” (Ef 5:20).
A TRUE ATTITUDE OF THANKSGIVING
Post by: Rossy Báez | Academic Principal
“Thank you.” This is a common word in our vocabulary. However, I think the use we have given to it as a word to express courtesy has belittled its true meaning. “Thank you” is one of the ways that I sign off in an email, it is what I should say when someone opens the door for me or picks something up from the floor for me. However, saying “thank you” does not always equate to having an attitude of gratitude in our hearts.
Pastor John Piper once said that “Genuine thankfulness is an act of the heart’s affections, not an act of the lips’ muscles. It is not willed, but awakened. It is not a decision of the will, but a reflex of the heart.” True gratitude, then, arises from a humble heart that is capable of recognizing the generosity of a good God toward an unworthy person.
Gratitude is first an internal act that manifests itself externally in glory and praise to the Giver. When we experience His grace through a person or through an experience, be it pain or pleasure, we are left with nothing to say but “Thank you Lord!”. This is what David was referring to when he wrote, inspired by the Holy Spirit: “Let them thank the Lord for his steadfast love, for his wondrous works to the children of man” (Ps 107:8). In fact, giving thanks, Paul tells us, is God’s will for us (1 Th 5:18) and brings honor to God’s name: “The one who offers thanksgiving as his sacrifice glorifies me” (Ps 50:23).
What is the state of your heart today? Is your heart aware of the Lord’s infinite grace towards you? Are you aware of His goodness and mercy? The gift of salvation alone is enough reason to be grateful to the Lord for rescuing us, in Christ, from an eternity of damnation and being heirs of better promises. In addition to this precious gift, every day, in the small details, God shows His love for us, orchestrating what He knows would benefit our souls in order to complete that good work that He began in us (Phil 1:6). May the eyes of your heart be opened today to the goodness of God, may you experience His grace, love and mercy in tangible ways, so that a sweet praise to the Lord may flow from your heart “giving thanks always and for everything to God the Father in the name of our Lord Jesus Christ” (Eph 5:20).
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